Los sueños son para siempre

Los sueños son para siempre

HACIA EL FUTURO

Tuve la extraordinaria posibilidad de viajar por toda Santa Fe, desde las ciudades más importantes a los pueblos más pequeños. Comprendo las diferentes idiosincrasias, las realidades disímiles y, a veces, hasta contrapuestas de una provincia tan extensa, con necesidades muy específicas en cada región. Y puedo afirmar que la transformación concretada por los gobiernos del Frente Progresista fue impresionante -y palpable- por varias claves: la elaboración de planes estratégicos junto con los santafesinos y santafesinas, y en cada territorio; la definición de políticas públicas muy claras, la formación de equipos técnicos capaces de traducir esas políticas en proyectos, la asignación de presupuestos suficientes, y una gestión signada por la eficiencia y la pasión.

 

Esa manera de hacer muestra logros en todas las áreas. Santa Fe tuvo el mayor nivel de obra pública de su historia: rutas, escuelas, hospitales, viviendas, acueductos y desagües, obras hidráulicas, edificios públicos de jerarquía. Pero también sobresalió por sus políticas sociales innovadoras, como el Plan Abre, el Vuelvo a Estudiar, el Nueva Oportunidad. Todas abordaron necesidades básicas, algunas materiales, pero muchas de acompañamiento en las situaciones de pobreza y vulnerabilidad más extrema. Fueron programas con una sensibilidad y unos resultados destacables, auditados y reconocidos por organismos externos a la gestión. Es inconcebible que el actual gobierno provincial los haya abandonado. 

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SIEMPRE SE PUEDE HACER MÁS

Como políticos debemos correr la raya de lo posible e intentar más. Pero siento que en todas las áreas hubo logros y proyectos encaminados. Seguramente el impulso transformador hubiera sido aún mayor si la provincia de Santa Fe cobraba la deuda de $100 mil millones que la Nación no cumple a pesar del fallo de la Corte Suprema de Justicia, ya que por ley todos esos fondos se destinarán a obra pública. Podríamos haber iniciado un proceso de cambio de nuestra matriz productiva, para adaptar esa potente rampa de lanzamiento que ya es la economía santafesina a los desarrollos tecnológicos que ya existen en otras partes del mundo; se generaría tanto trabajo y en tan diversos sectores.

 

Creo también que un tema complejo y de escala nacional, como es la inseguridad, estaba encaminado, pero el tiempo de transformación que requiere no nos permitió abordarlo por completo. Hicimos cambios positivos en la Justicia Penal, en el sistema carcelario, en la institución policial, en materia de tecnologías y logística, en el control político de las fuerzas, en el cuidado social a las personas más vulnerables (en especial jóvenes), en la articulación con la Nación y muchos municipios. Pero todo eso quedó paralizado, no hubo continuidad en este gobierno. Hoy los resultados muestran retrocesos y se advierte que gobernar es más difícil que repetir un eslogan con prende rápido en la sociedad. 

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INOPERANCIA ANTE LA CRISIS SANITARIA

Esa regresión también la vemos cuando analizamos la gestión sanitaria. La pandemia fue un golpe a nivel mundial que puso en crisis a los gobiernos. Una enfermedad que provocó una escala inédita de personas enfermas y fallecidas, pero también una crisis en las relaciones personales y en el sistema productivo. No podemos simplificar, entonces, el análisis.

 

Sin embargo, la provincia de Santa Fe se encontraba en una situación diferencial respecto a otras provincias: con un sistema de salud integrado, con hospitales y centros de salud dotados de la mejor infraestructura y tecnología, con trabajadores de la salud capacitados; con redes de traslados y emergencias, de medicamentos, de laboratorios bioquímicos.

 

También con un sistema educativo que durante 12 años nunca dejó de recibir inversión en sus edificios, ni de incorporar tecnología para sus docentes, alumnos y alumnas. Con un programa donde el Estado provincial buscaba casa por casa a los y las estudiantes que habían abandonado la secundaria con una estrategia para reincorporarlos a una institución educativa. Y, además, otra propuesta semipresencial para que los mayores de 18 años que no la habían completado pudieran alternar la virtualidad con encuentros presenciales. Es decir, dos herramientas probadas y en marcha para contener a miles de santafesinos y santafesinas en una coyuntura que los y las viene expulsando con tanta fuerza.

 

Qué decir de nuestro sistema productivo y las políticas productivas con orientación al desarrollo, al crecimiento, la innovación y la generación genuina de empleo. Hoy entendemos que ese alto piso se desperdició; el gobierno dejó de estar presente y los programas cambiaron de nombre sin que siguieran realmente en marcha o bien se discontinuaron, cuando no se los dejó languidecer. La prioridad fue hacer caja, guardar fondos en el banco, en lugar de fortalecer la atención de la salud, de activar mecanismos para la enseñanza de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes; de preservar el contacto con las familias más necesitadas, de apoyar a los sectores más golpeados por la pandemia como hoteles, gastronomía, espacios culturales, clubes, comercios. Después de muchos años, Santa Fe volvió a quedar sin rumbo.

 

De cara al futuro, me anima el hecho de ser parte de un proyecto político, de una construcción colectiva que tiene mucho para aportar a la provincia de Santa Fe. Me motiva sostener un legado, una antorcha que dejaron encendida quienes nos precedieron y que ahora toman los jóvenes con su frescura. 

VOLVER A JERARQUIZAR A SANTA FE EN EL SENADO

Me motiva todo lo que queda por hacer defendiendo a Santa Fe, porque la historia de los últimos años nos muestra que una vez en Buenos Aires los senadores santafesinos se olvidaron de nosotros, no pelearon por más obras, por más recursos, ni por las políticas que son centrales para nuestra provincia. A veces nos da envidia ver legisladores de otros distritos conseguir tanto para su gente, cuando acá casi no vemos inversión nacional en rutas, ni en viviendas, ni aportes para seguridad, menos aún el pago de una deuda que nos corresponde. Somos el corazón productivo del país, de la bioeconomía, de los desarrollos del agro más innovadores a nivel mundial, y ni el gobierno provincial ni los senadores pelean por un lugar en la mesa de las decisiones nacionales. Lo vemos con la la renovación de la concesión del dragado y balizamiento de la Hidrovía, con la nueva ley de biocombustibles, con la suspensión de las exportaciones de carne.

 

Quiero ser Senadora Nacional por Santa Fe porque es un espacio que en nuestra provincia ha perdido jerarquía y relevancia al estar condicionado durante muchos años al gobierno central de turno. De una vez por todas hay que terminar con el federalismo invertido y quebrar esa tendencia por la cual los derechos e intereses de Santa Fe se diluyen y esfuman en Buenos Aires.

 

Asumiré el compromiso de impulsar y defender en el Congreso de la Nación aquellos proyectos que cuiden a los santafesinos y santafesinas, que les brinden más y mejores oportunidades, que permitan a Santa Fe retomar la senda de transformación iniciada por Hermes Binner en 2007. Una provincia con una impronta propia que, como quería Miguel Lifschitz, emprendiera su camino hacia el futuro con ideas, con equipos y planificación, con legisladores que la representen cabalmente.


 

Clara García
Los sueños son para siempre

HACIA EL FUTURO

Tuve la extraordinaria posibilidad de viajar por toda Santa Fe, desde las ciudades más importantes a los pueblos más pequeños. Comprendo las diferentes idiosincrasias, las realidades disímiles y, a veces, hasta contrapuestas de una provincia tan extensa, con necesidades muy específicas en cada región. Y puedo afirmar que la transformación concretada por los gobiernos del Frente Progresista fue impresionante -y palpable- por varias claves: la elaboración de planes estratégicos junto con los santafesinos y santafesinas, y en cada territorio; la definición de políticas públicas muy claras, la formación de equipos técnicos capaces de traducir esas políticas en proyectos, la asignación de presupuestos suficientes, y una gestión signada por la eficiencia y la pasión.

 

Esa manera de hacer muestra logros en todas las áreas. Santa Fe tuvo el mayor nivel de obra pública de su historia: rutas, escuelas, hospitales, viviendas, acueductos y desagües, obras hidráulicas, edificios públicos de jerarquía. Pero también sobresalió por sus políticas sociales innovadoras, como el Plan Abre, el Vuelvo a Estudiar, el Nueva Oportunidad. Todas abordaron necesidades básicas, algunas materiales, pero muchas de acompañamiento en las situaciones de pobreza y vulnerabilidad más extrema. Fueron programas con una sensibilidad y unos resultados destacables, auditados y reconocidos por organismos externos a la gestión. Es inconcebible que el actual gobierno provincial los haya abandonado. 

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SIEMPRE SE PUEDE HACER MÁS

Como políticos debemos correr la raya de lo posible e intentar más. Pero siento que en todas las áreas hubo logros y proyectos encaminados. Seguramente el impulso transformador hubiera sido aún mayor si la provincia de Santa Fe cobraba la deuda de $100 mil millones que la Nación no cumple a pesar del fallo de la Corte Suprema de Justicia, ya que por ley todos esos fondos se destinarán a obra pública. Podríamos haber iniciado un proceso de cambio de nuestra matriz productiva, para adaptar esa potente rampa de lanzamiento que ya es la economía santafesina a los desarrollos tecnológicos que ya existen en otras partes del mundo; se generaría tanto trabajo y en tan diversos sectores.

 

Creo también que un tema complejo y de escala nacional, como es la inseguridad, estaba encaminado, pero el tiempo de transformación que requiere no nos permitió abordarlo por completo. Hicimos cambios positivos en la Justicia Penal, en el sistema carcelario, en la institución policial, en materia de tecnologías y logística, en el control político de las fuerzas, en el cuidado social a las personas más vulnerables (en especial jóvenes), en la articulación con la Nación y muchos municipios. Pero todo eso quedó paralizado, no hubo continuidad en este gobierno. Hoy los resultados muestran retrocesos y se advierte que gobernar es más difícil que repetir un eslogan con prende rápido en la sociedad. 

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INOPERANCIA ANTE LA CRISIS SANITARIA

Esa regresión también la vemos cuando analizamos la gestión sanitaria. La pandemia fue un golpe a nivel mundial que puso en crisis a los gobiernos. Una enfermedad que provocó una escala inédita de personas enfermas y fallecidas, pero también una crisis en las relaciones personales y en el sistema productivo. No podemos simplificar, entonces, el análisis.

 

Sin embargo, la provincia de Santa Fe se encontraba en una situación diferencial respecto a otras provincias: con un sistema de salud integrado, con hospitales y centros de salud dotados de la mejor infraestructura y tecnología, con trabajadores de la salud capacitados; con redes de traslados y emergencias, de medicamentos, de laboratorios bioquímicos.

 

También con un sistema educativo que durante 12 años nunca dejó de recibir inversión en sus edificios, ni de incorporar tecnología para sus docentes, alumnos y alumnas. Con un programa donde el Estado provincial buscaba casa por casa a los y las estudiantes que habían abandonado la secundaria con una estrategia para reincorporarlos a una institución educativa. Y, además, otra propuesta semipresencial para que los mayores de 18 años que no la habían completado pudieran alternar la virtualidad con encuentros presenciales. Es decir, dos herramientas probadas y en marcha para contener a miles de santafesinos y santafesinas en una coyuntura que los y las viene expulsando con tanta fuerza.

 

Qué decir de nuestro sistema productivo y las políticas productivas con orientación al desarrollo, al crecimiento, la innovación y la generación genuina de empleo. Hoy entendemos que ese alto piso se desperdició; el gobierno dejó de estar presente y los programas cambiaron de nombre sin que siguieran realmente en marcha o bien se discontinuaron, cuando no se los dejó languidecer. La prioridad fue hacer caja, guardar fondos en el banco, en lugar de fortalecer la atención de la salud, de activar mecanismos para la enseñanza de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes; de preservar el contacto con las familias más necesitadas, de apoyar a los sectores más golpeados por la pandemia como hoteles, gastronomía, espacios culturales, clubes, comercios. Después de muchos años, Santa Fe volvió a quedar sin rumbo.

 

De cara al futuro, me anima el hecho de ser parte de un proyecto político, de una construcción colectiva que tiene mucho para aportar a la provincia de Santa Fe. Me motiva sostener un legado, una antorcha que dejaron encendida quienes nos precedieron y que ahora toman los jóvenes con su frescura. 

VOLVER A JERARQUIZAR A SANTA FE EN EL SENADO

Me motiva todo lo que queda por hacer defendiendo a Santa Fe, porque la historia de los últimos años nos muestra que una vez en Buenos Aires los senadores santafesinos se olvidaron de nosotros, no pelearon por más obras, por más recursos, ni por las políticas que son centrales para nuestra provincia. A veces nos da envidia ver legisladores de otros distritos conseguir tanto para su gente, cuando acá casi no vemos inversión nacional en rutas, ni en viviendas, ni aportes para seguridad, menos aún el pago de una deuda que nos corresponde. Somos el corazón productivo del país, de la bioeconomía, de los desarrollos del agro más innovadores a nivel mundial, y ni el gobierno provincial ni los senadores pelean por un lugar en la mesa de las decisiones nacionales. Lo vemos con la la renovación de la concesión del dragado y balizamiento de la Hidrovía, con la nueva ley de biocombustibles, con la suspensión de las exportaciones de carne.

 

Quiero ser Senadora Nacional por Santa Fe porque es un espacio que en nuestra provincia ha perdido jerarquía y relevancia al estar condicionado durante muchos años al gobierno central de turno. De una vez por todas hay que terminar con el federalismo invertido y quebrar esa tendencia por la cual los derechos e intereses de Santa Fe se diluyen y esfuman en Buenos Aires.

 

Asumiré el compromiso de impulsar y defender en el Congreso de la Nación aquellos proyectos que cuiden a los santafesinos y santafesinas, que les brinden más y mejores oportunidades, que permitan a Santa Fe retomar la senda de transformación iniciada por Hermes Binner en 2007. Una provincia con una impronta propia que, como quería Miguel Lifschitz, emprendiera su camino hacia el futuro con ideas, con equipos y planificación, con legisladores que la representen cabalmente.


 

Los sueños son para siempre