Clara García

Clara García

Nací en la ciudad de Rosario, en una familia de españoles que echaron raices por estas tierras. Soy contadora y licenciada en Administración recibida de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Rosario y realicé un posgrado de Dirección de Empresas en la Universidad Austral. En ambas instituciones, además, ejercí como docente.

Supe que sería contadora en mi adolescencia. El camino se forjó al elegir el Superior de Comercio, la escuela secundaria a la que fue mi papá y que nos preparaba de manera excelente para la etapa universitaria; era una antesala de la facultad.

La carrera me encantó, no sólo por el perfil de "números" sino por la visión de las organizaciones que brinda la licenciatura de Administración, que implicó una formación más amplia y complementaria. Todo ese bagaje me preparó para entender la gestión pública y desarrollarme en las áreas más duras, como las finanzas, los servicios urbanos y el desarrollo productivo.

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Inicié mi vida política en 1986 en el Partido Socialista, donde me formé junto a referentes como Guillermo Estévez Boero y Hermes Binner, cuyo ejemplo y compromiso aún marcan mi camino.

Había vivido la adolescencia y parte mi juventud en dictadura, por lo que era muy difícil acercarse a la política. Pero ya en democracia, con la ilusión que teníamos de vivir a pleno de las libertades y los derechos, seguía muy de cerca a una compañera de trabajo, Isabel, que era militante del Partido Socialista. En una circunstancia muy especial, como fue la gran inundación de Rosario de 1986, me uní a las tareas solidarias que el socialismo realizó por entonces, después a los equipos técnicos y finalmente a las reuniones "orgánicas" de la militancia. Y nunca más me alejé.

Fueron años muy intensos, de un gran entusiasmo, de aprender y de soñar con asdía. Nos reuníamos a leer y capacitarnos -en mi caso, en temas económicos-, debatíamos en reuniones políticas, pintábamos pasacalles con rodillo y pincel, salíamos a contar nuestras propuestas y a afiliar casa por casa. "Estudiar, organizar y difundir", nos animaba Guillermo por entonces. 
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Formé parte del primer gobierno socialista en la Municipalidad de Rosario en 1989, como subsecretaria de Economía. Tenía apenas 29 años. La energía y la pasión de ese equipo era arrolladora, y marcó lo que vendría: tres décadas de gestión a nivel local y el gran salto de escala: gobernar la provincia de Santa Fe. Tuvimos la virtud de formar nuevos cuadros, de fortalecer la planificación y la gestión en las áreas que serían nuestro sello, como salud y obra pública; de crecer territorialmente como partido, incluso de ser partícipes de una gesta nacional con el Frente Amplio Progresista en 2011, cuando Hermes obtuvo más de 3,7 millones de votos.
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Desde aquel inicio en 1989, fui la primera mujer en ocupar cada cargo que se me encomendó: directora del Banco Municipal, secretaria de Servicios Públicos y Medio Ambiente, secretaria de Producción y Desarrollo Local. Y también encabecé la lista ganadora al Concejo Municipal en 2009, pero ahí ya había abierto camino Mónica Fein, triunfando en una elección similar unos años antes.

En forma simultánea, estuve al frente de la Empresa Municipal “Terminal de Ómnibus Rosario”, la Semtur (Sociedad del Estado Municipal para el Transporte Urbano de Rosario), la Mixta y el Ente del Transporte de Rosario. Desempeñar esas funciones significó una enorme experiencia en temas presupuestarios y de servicios. 
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Volviendo a los comienzos, éramos sólo dos mujeres subsecretarias en aquel primer gabinete municipal: la escritora Ada Donato en Cultura y yo. También fueron años muy vibrantes porque nacieron mi hijo y mis dos hijas, así que fui una mamá que -como tantas- hacía malabares para cubrir su tarea profesional y política, y criarlos con todo el amor y la atención. Una de mis referentes de aquellas época fue –y lo sigue siendo- Ana Fiol, esposa de Juan Carlos Zabalza. Nos reuníamos en su casa y en la de Hermes, con los chicos dando vuelta alrededor.

Mi recorrido es una muestra de cuánto hemos crecido colectivamente, de la mano del feminismo, para que hoy tantas mujeres ocupen roles ejecutivos y tengamos paridad en los cargos electivos.
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Actualmente soy diputada provincial por segundo período consecutivo y presido la Comisión de Obras y Servicios Públicos, además de participar de las comisiones de Presupuesto, de Transporte y de Juicio Político. Cumplir con la función de legisladora me permitió conocer en profundidad la ciudad de Santa Fe. Pude vivirla y disfrutarla intensamente junto con mi esposo, Miguel Lifschitz, mientras él fue gobernador. Hoy atesoro muchas vivencias, muchos recuerdos. Hay un lazo afectivo que se fue gestando en ese tiempo y que ya es parte de mi vida.

Algo parecido me pasó andando por toda la provincia. Pude recorrerla de punta a punta, sorprenderme ante la singularidad intacta de sus pueblos, percibir el influjo de las distintas corrientes migratorias, la potencia de sus ciudades como faros diseminados en un territorio tan vasto. También pude asimilar el rol protagónico de Santa Fe en cada etapa histórica, un lugar central que se mantiene vigente, que habla de una tierra que estoy orgullosa de representar.
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Clara García
Clara García

Nací en la ciudad de Rosario, en una familia de españoles que echaron raices por estas tierras. Soy contadora y licenciada en Administración recibida de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Rosario y realicé un posgrado de Dirección de Empresas en la Universidad Austral. En ambas instituciones, además, ejercí como docente.

Supe que sería contadora en mi adolescencia. El camino se forjó al elegir el Superior de Comercio, la escuela secundaria a la que fue mi papá y que nos preparaba de manera excelente para la etapa universitaria; era una antesala de la facultad.

La carrera me encantó, no sólo por el perfil de "números" sino por la visión de las organizaciones que brinda la licenciatura de Administración, que implicó una formación más amplia y complementaria. Todo ese bagaje me preparó para entender la gestión pública y desarrollarme en las áreas más duras, como las finanzas, los servicios urbanos y el desarrollo productivo.

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Inicié mi vida política en 1986 en el Partido Socialista, donde me formé junto a referentes como Guillermo Estévez Boero y Hermes Binner, cuyo ejemplo y compromiso aún marcan mi camino.

Había vivido la adolescencia y parte mi juventud en dictadura, por lo que era muy difícil acercarse a la política. Pero ya en democracia, con la ilusión que teníamos de vivir a pleno de las libertades y los derechos, seguía muy de cerca a una compañera de trabajo, Isabel, que era militante del Partido Socialista. En una circunstancia muy especial, como fue la gran inundación de Rosario de 1986, me uní a las tareas solidarias que el socialismo realizó por entonces, después a los equipos técnicos y finalmente a las reuniones "orgánicas" de la militancia. Y nunca más me alejé.

Fueron años muy intensos, de un gran entusiasmo, de aprender y de soñar con asdía. Nos reuníamos a leer y capacitarnos -en mi caso, en temas económicos-, debatíamos en reuniones políticas, pintábamos pasacalles con rodillo y pincel, salíamos a contar nuestras propuestas y a afiliar casa por casa. "Estudiar, organizar y difundir", nos animaba Guillermo por entonces. 
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Formé parte del primer gobierno socialista en la Municipalidad de Rosario en 1989, como subsecretaria de Economía. Tenía apenas 29 años. La energía y la pasión de ese equipo era arrolladora, y marcó lo que vendría: tres décadas de gestión a nivel local y el gran salto de escala: gobernar la provincia de Santa Fe. Tuvimos la virtud de formar nuevos cuadros, de fortalecer la planificación y la gestión en las áreas que serían nuestro sello, como salud y obra pública; de crecer territorialmente como partido, incluso de ser partícipes de una gesta nacional con el Frente Amplio Progresista en 2011, cuando Hermes obtuvo más de 3,7 millones de votos.
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Desde aquel inicio en 1989, fui la primera mujer en ocupar cada cargo que se me encomendó: directora del Banco Municipal, secretaria de Servicios Públicos y Medio Ambiente, secretaria de Producción y Desarrollo Local. Y también encabecé la lista ganadora al Concejo Municipal en 2009, pero ahí ya había abierto camino Mónica Fein, triunfando en una elección similar unos años antes.

En forma simultánea, estuve al frente de la Empresa Municipal “Terminal de Ómnibus Rosario”, la Semtur (Sociedad del Estado Municipal para el Transporte Urbano de Rosario), la Mixta y el Ente del Transporte de Rosario. Desempeñar esas funciones significó una enorme experiencia en temas presupuestarios y de servicios. 
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Volviendo a los comienzos, éramos sólo dos mujeres subsecretarias en aquel primer gabinete municipal: la escritora Ada Donato en Cultura y yo. También fueron años muy vibrantes porque nacieron mi hijo y mis dos hijas, así que fui una mamá que -como tantas- hacía malabares para cubrir su tarea profesional y política, y criarlos con todo el amor y la atención. Una de mis referentes de aquellas época fue –y lo sigue siendo- Ana Fiol, esposa de Juan Carlos Zabalza. Nos reuníamos en su casa y en la de Hermes, con los chicos dando vuelta alrededor.

Mi recorrido es una muestra de cuánto hemos crecido colectivamente, de la mano del feminismo, para que hoy tantas mujeres ocupen roles ejecutivos y tengamos paridad en los cargos electivos.
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Actualmente soy diputada provincial por segundo período consecutivo y presido la Comisión de Obras y Servicios Públicos, además de participar de las comisiones de Presupuesto, de Transporte y de Juicio Político. Cumplir con la función de legisladora me permitió conocer en profundidad la ciudad de Santa Fe. Pude vivirla y disfrutarla intensamente junto con mi esposo, Miguel Lifschitz, mientras él fue gobernador. Hoy atesoro muchas vivencias, muchos recuerdos. Hay un lazo afectivo que se fue gestando en ese tiempo y que ya es parte de mi vida.

Algo parecido me pasó andando por toda la provincia. Pude recorrerla de punta a punta, sorprenderme ante la singularidad intacta de sus pueblos, percibir el influjo de las distintas corrientes migratorias, la potencia de sus ciudades como faros diseminados en un territorio tan vasto. También pude asimilar el rol protagónico de Santa Fe en cada etapa histórica, un lugar central que se mantiene vigente, que habla de una tierra que estoy orgullosa de representar.
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